Solemnidad de la Anunciación del Señor

Llegando al fin del mes de Marzo, nos encontramos en plena Cuaresma. La Iglesia se manifiesta en un tono más austero y penitencial; las flores y otros adornos han sido retirados del templo, el sacerdote se viste de morado, el canto del gloria es omitido y el aleluya se lo sustituye por alguna aclamación alternativa del Evangelio. Sin embargo, hay dos Solemnidades importantes del año litúrgico que casi siempre caen en Cuaresma: la Solemnidad de San José el 19 de marzo, y la Solemnidad de la Anunciación del Señor el 25 de marzo. En estas ocasiones la Iglesia suaviza la observancia de la Cuaresma en cierto grado, el padre se viste de blanco, flores y adornos cubren las vacías paredes y el gloria es entonado una vez más.

El viernes pasado, 25 de marzo, los encargados del ministerio del ornato en la catedral de Nueva Loja aprovecharon por entero este privilegio: el altar y el santuario que vestían los colores solemnes de la Cuaresma fueron remplazados por decoración azul y blanco – los colores de la Santísima Virgen. Y, como expresión de júbilo y fe, el público que asistió  la Misa solemne de las 19h00 salió a las calles llevando la imagen de Nuestra Señora del Cisne en procesión, para honrar a Aquella cuyo “fiat” inició uno de los mayores y más sublimes misterios de la humanidad: la Encarnación del Verbo.

Además de la Santa Misa y procesión, fue impartida una bendición especial a todos los bebes recién nacidos; y, en un acto solemne, las madres embarazadas consagraron sus hijos por nacer a Nuestra Señora.