El Miércoles de Ceniza fue lanzada una edición especial del Via Crucis para el Vicariato Apostólico de San Miguel de Sucumbíos.
En el prólogo el Padre Rafael Ibarguren incentiva a los fieles de esta provincia a “reavivar nuestros propósitos de conversión y de servicio a Dios y a los demás” durante este tiempo de cuaresma; concluye diciendo que la meditación acerca de la Pasión del Señor es la mejor manera de “despertar” en nuestros corazones estos propósitos.
El Via Crucis está disponible después de todas las misas de domingo en la mayoría de las iglesias y comunidades de Lago Agrio, en la libreria de la catedral, y en la Casa Diocesana: Vía Aguarico, Km 2 ½, Casa Diocesana – Nueva Loja
Telf: (06) 2830686 – (06) 2830685
Origen del Via Crucis
Esta antigua devoción, de conmemorar la pasión y muerte de Jesucristo, se originó en Tierra Santa. La tradición nos cuenta que la Santísima Virgen acostumbraba visitar diariamente los lugares de la pasión de Cristo, y de ahí que una multitud de peregrinos de todos los países comenzaron a visitar estos santos lugares.
El deseo de reproducir los santos lugares en otros sitios, con el fin de atender la devoción de aquellos que se habían quedado en casa por no haber podido realizar la peregrinación, empezó a crecer hasta que San Francisco de Asís inició la devoción en las iglesias, durante la Edad Media.
Las catorce estaciones que conforman el Via Crucis son representaciones, que pueden ser pinturas o esculturas en madera o piedra, de los principales episodios de la Pasión de Cristo. Se lo reza pasando de estación en estación, acompañando en el librito las respectivas oraciones y meditaciones que corresponden a cada estación. Puede hacerse a cualquier hora, pero normalmente se practica esta devoción en tiempo de Cuaresma, especialmente el Viernes Santo y los viernes por la tarde.
El objetivo del Via Crucis es ayudar a los fieles a hacer una peregrinación espiritual de oración y reparación, meditando las principales escenas de la Pasión y Muerte de Cristo.
El Autor
Mons. João Scognamiglio Clá Dias, EP, natural de San Pablo, Brasil. Nació el 15 de agosto de 1939, siendo hijo de Antonio Clá Dias y Annitta Scognamiglo Clá Dias.
Cursó Derecho en la Facultad del Largo de San Francisco en São Paulo, profundizó sus estudios teológicos con grandes catedráticos de Salamanca, de la Orden Dominicana. Se formó en Filosofía y en Teología en el Centro Universitario Ítalo-Brasilero, de São Paulo; es licenciado en Humanidades por la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, de República Dominicana, doctor en Derecho Canónico por la Pontifica Universidad Santo Tomás de Aquino (Angelicum) de Roma y doctor en Teología por la Universidad Pontifica Bolivariana, de Medellín, en Colombia.En 1970 a inició una experiencia de vida comunitaria, semilla de tres instituciones de Derecho Pontificio. Mons. João Clá es el fundador y actual Superior-General del los Heraldos del Evangelio y de la Sociedad Clerical de Vida Apostólica Virgo Flos Carmeli, además fundador de la Sociedad Femenina de Vida Apostólica Regina Virginum, entidades que extienden sus actividades en 78 países. Organizó cerca de 50 coros y bandas en los países en donde los Heraldos están establecidos. En el 2005 fue ordenado sacerdote para actuar de modo más pleno en la Nueva Evangelización.
Para dar una sólida formación a los Heraldos, fundó el Instituto Filosófico Aristotélico-Tomista y el Instituto Teológico Santo Tomás de Aquino. También es fundador y asiduo colaborador de la revista Heraldos del Evangelio, que se publica en portugués, español, italiano e inglés con un tiraje mensual de cerca de un millón de ejemplares.
El 15 de Agosto de 2009 el Santo Padre Benedicto XVI, como un reconocimiento a Mons. João Clá por la obra desempeñada a favor de la Iglesia, entregó -por manos del Cardenal Franc Rodé, prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica- la medalla “Pro Ecclesia et Pontifice”, una de las honras más altas concedidas por el Santo Padre a aquellos que se distinguen por su actuación en favor de la Iglesia y del Papa.
Mons. João Clá es Canónigo Honorario de la Basílica Pontificia Santa María la Mayor en Roma, y Protonotario Apostólico.
Prólogo
Queridos hermanos y hermanas en el Señor resucitado: Nuestra condición de bautizados hace con que seamos hijos de Dios y herederos de su gloria. En efecto, la vida divina que se nos da gratuitamente en el bautismo, debe ser cuidadosamente preservada y aumentada con nuestra respuesta generosa: orando, haciendo buenas obras, no poniendo obstáculos a la acción de Dios que a todo momento se hace sentir.
El tiempo de Cuaresma es una ocasión excelente para reavivar nuestros propósitos de conversión y de servicio a Dios y a los demás. La oración, el ayuno y la limosna son las prácticas consagradas a las que nos invita la Iglesia para la realización de nuestro ideal cristiano.
Nada mejor que meditar los misterios de la Pasión del Señor para despertar en nuestros corazones, sentimientos nobles y convicciones sólidas que fortalezcan la vida cristiana, imitando así al modelo divino que padeció, murió y resucitó por nosotros. Él nos antecedió en la misma vía que todos debemos trillar: las pruebas, la muerte y la resurrección.
Les invito a la lectura atenta y piadosa de estas meditaciones que editamos como un subsidio que nos ayude en el caminar cuaresmal rumbo a la Pascua. La espiritualidad y la ciencia reconocida del autor de este Vía Crucis, Monseñor João Scognamiglio Clá Dias, son una garantía segura y preciosa para profundizar en los misterios que viviremos en este tiempo fuerte de Cuaresma.
Que el Señor muerto y resucitado, por intercesión de la Madre de los Dolores, nos dé la gracia de una verdadera conversión, es decir, un empeño consecuente de evitar el pecado y de buscar en todo la gloria de Dios y el bien del prójimo.
Muy unido a todos los que peregrinamos en este Vicariato, construyendo el Reino de Dios rumbo a la Pascua eterna, les saluda y les bendice.
P. Rafael Ibarguren Schindler, EP
Administrador Apostólico
Vicariato de San Miguel de Sucumbíos
Nueva Loja, 9 de marzo de 2011
Indulgencias del Vía Crucis
Además de los méritos adquiridos por el ejercicio del Vía Crucis, también podemos ser beneficiados fácilmente por las indulgencias que la Iglesia concede a quien cumpla con determinadas condiciones.
Por la obtención de indulgencias se nos perdona, total o parcialmente, la pena debida por nuestros pecados, o sea, el Purgatorio después de la muerte. Las indulgencias pueden ser aplicadas también a las almas de personas ya fallecidas.
Requisitos para obtener la indulgencia plenaria con el Vía Crucis
Se puede obtener indulgencia plenaria rezando el Vía Crucis de acuerdo con la costumbre, que consiste en hacer las lecturas, oraciones y meditaciones de cada estación delante del respectivo cuadro o cruz, colocados habitualmente a lo largo de las paredes de las Iglesias. Cuando el Vía Crucis es rezado en conjunto y hay dificultad de moverse todos, ordenadamente, de una estación a otra, basta que el oficiante se traslade.
Además del rechazo a todo afecto por cualquier pecado, hasta el venial, también es preciso cumplir con las siguientes condiciones: confesión sacramental, comunión eucarística y oración por las intenciones del Sumo Pontífice (se acostumbra rezar un Padre Nuestro, Ave María y Gloria). Una confesión puede valer para obtener todas las indulgencias plenarias durante el período de un mes.
(Cfr. Manual de Indulgencias, normas y concesiones, Ed. Paulus, 40 edición, 1990)
Qué bonito, realmente me gustaría aprender a rezar esta oración y tener una cuaresma y una semana santa distinta. Gracias por esta labor en nuestra provincia, Dios les pague hermanos.
qué belleza de librito, yo también quisiera adquirir uno. El domingo que nos veamos espero conseguirlo y tener el gusto de saludar a monseñor Rafael y los demás heraldos.
Esto no veía desde hace mucho tiempo, prácticamente desde que salí de Loja. Gracias por promover esta devoción.
me encanta este libro
Salve Maria!
Es de obtenerlo se ve fenomenal para estos tiempos de Cuaresma
En Jesus y Maria